Reflexión personal a raíz del artículo de The Conversation)
Hoy he leído un artículo que me ha removido por dentro. Se titula “La evolución no avanza en línea recta” y lo firma la doctora María Martinón-Torres, experta en evolución humana. Y no he podido evitar pensar en cuánto tiene que ver esto con la forma en que enfermamos hoy.
Vivimos en un entorno que poco tiene que ver con el que nos moldeó como especie. Y, sin embargo, esperamos estar bien. Esperamos tener energía, salud, fuerza y claridad mental… cuando la realidad es que nuestros cuerpos están desbordados por un estilo de vida que no les pertenece.
Nuestros genes evolucionaron para el movimiento. Pero hoy sobrevivimos sentados.
Lo veo cada día como entrenador y terapeuta: personas apagadas, inflamadas, rígidas… no por edad, sino por falta de movimiento. El sedentarismo nos desactiva. No solo físicamente, sino metabólicamente, emocionalmente y neurológicamente. No movernos es como pedirle al cuerpo que no respire.
Nuestra biología se construyó comiendo lo que la tierra nos ofrecía. Hoy comemos lo que nos ofrece la industria.
El artículo me recordó que la evolución no fue una carrera hacia delante, sino una serie de adaptaciones lentas. Y en ese proceso, nunca hubo alimentos ultraprocesados, ni azúcares libres, ni 5 comidas diarias con harinas sin vida. Comíamos por necesidad, por instinto, por temporada. No por ansiedad, aburrimiento o hiperestimulación. ¿Y qué pasa cuando dejamos de comer como especie y empezamos a comer como consumidores? Que enfermamos.
La salud no va de controlar. Va de reconectar.
Con nuestro cuerpo. Con nuestra historia. Con nuestros ritmos. Con la naturaleza.
Y con una pregunta clave: ¿Para qué fue diseñado mi cuerpo?
No fue diseñado para pasar 10 horas en una silla. Ni para vivir con luz artificial las 24 horas. Ni para estar sobrealimentado, infradescansado y sobreestresado. Fue diseñado para adaptarse al entorno natural, moverse, exponerse, desafiarse y también… descansar.
No hay salud sin memoria.
Y no hablo solo de la memoria cerebral. Hablo de esa memoria evolutiva que sigue viva en cada célula. Cada vez que te mueves, la activas. Cada vez que comes alimentos reales, la nutres. Cada vez que duermes bien, caminas, ríes o te expones al sol… estás honrando a miles de generaciones que te trajeron hasta aquí.
Por eso, quiero invitarte a algo más que un cambio de hábitos.
Quiero invitarte a recordar.
Porque la evolución no avanza en línea recta, y tu salud tampoco lo hará si no vuelves a tus raíces.
Vuelve a moverte como si tu vida dependiera de ello —porque depende.
Vuelve a comer como si quisieras sanar —porque puedes.
Vuelve a vivir con intención, ritmo y presencia.
Porque muévete más, vive mejor no es solo mi lema.
Es una forma de honrar la evolución que nos trajo hasta aquí.
Y de construir la salud que mereces para seguir caminando hacia lo que viene.
Con cariño y energía,
Sergio Chamorro